LA AUDICIÓN EN NIÑOS

 

Introducción

Desarrollar el lenguaje con normalidad requiere una audición útil  durante los dos primeros años de la vida, época en que se establece el lenguaje hablado. La ausencia de estimulo auditivo determina la no adquisición  del lenguaje, por ello  es preciso detectar cualquier problema auditivo y estimular al lactante precozmente.

La sordera es la pérdida total o parcial de la audición, puede ser congénita o adquirida, temporal o permanente y estar provocada por diversas causas. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS):

  • De cada 1.000 recién nacidos, 1 padece una sordera severa o profunda.
  • De cada 750 recién nacidos 1 padece hipoacusia.
  • En el 40% de los casos se desconoce la causa.
  • De cada 60 recién nacidos ingresados en UCI, 1 es sordo.

Millones de niños en el mundo tienen en mayor o menor grado pérdidas de audición. Algunos nunca oyeron bien, otros tuvieron algún problema que generó una pérdida de audición en algún momento de su vida, antes durante o después de adquirir el lenguaje. En algunos de estos niños la pérdida auditiva va asociada a otros problemas. Estas variables hacen imposible generalizar acerca del futuro de un niño con problemas de audición, pero en lo que sí coincidimos en  la actualidad todos los especialistas que trabajamos con niños sordos, a la vista de las nuevas técnicas quirúrgicas y de la alta tecnología audioprotésica y de implantes cocleares, es en la enorme importancia del momento de la detección, diagnóstico e inicio del tratamiento de la pérdida auditiva.

 

Repercusión

Una pérdida de audición infantil no tratada correctamente influirá en el proceso de desarrollo intelectual, psicológico y social del niño, ya que el pensamiento nace y se estructura a través de las palabras. Nos podremos encontrar con:

  • Dificultad o falta del desarrollo del lenguaje.
  • Defectos en el habla.
  • Retraso de la lectura y la escritura.
  • Problemas emotivos y de carácter.
  • Limitación de las oportunidades educativas.
  • Impedimento en la realización personal y vocacional.

 

Actitud

Planteado el problema de la grave repercusión que una pérdida de audición supone en el desarrollo del lenguaje, es pregunta obligada cómo podemos actuar para romper este círculo. La respuesta es sencilla: el tratamiento precoz de la hipoacusia en el niño es indispensable  para la adquisición de la palabra  y del lenguaje y, en consecuencia, para el desarrollo intelectual, por lo que se necesita una detección y un diagnostico precoces. Se puede afirmar que la estimulación auditiva, la adaptación protésica o el implante coclear y la rehabilitación logopédica son efectivas si se hacen en edades adecuadas.

El despistaje precoz, cribado o screening,  permite disminuir las consecuencias de las deficiencias auditivas al detectarlas precozmente y favorecer así un tratamiento efectivo.

La OMS define el screening como “La presunta identificación de enfermedades o defectos  imposibles de reconocer,  mediante la aplicación de tests, exámenes u otros procedimientos  que pueden ser aplicados rápidamente”. El screening separa a las personas aparentemente sanas de aquellas que probablemente tengan la enfermedad. Un test de screening no es un test diagnóstico, las personas que no pasen este screening o con hallazgos sospechosos deben remitirse al especialista para su posterior diagnostico y tratamiento.

 

Cómo oimos

Cómo oímos

Introducción

El oído es el órgano de la audición, está totalmente desarrollado al nacer y consta de tres partes: oído externo, oído medio y oído interno. El oído responde a sonidos dentro de una gama muy amplia de intensidades, incluso dentro del útero el feto responde al sonido  a partir del 5º mes de gestación aproximadamente.

Cuando se produce un sonido a nuestro alrededor, éste genera unas ondas  sonoras que son recogidas por el pabellón auditivo (oreja) y conducidas  a través del oído medio al oído interno; allí, a nivel de la cóclea (caracol) son transformados en impulsos nerviosos, que a través del nervio auditivo son conducidos hasta los centros auditivos del cerebro que los reconoce como sonidos y los identifica. Es decir, el oído es el receptor y transductor del sonido, el nervio auditivo el conductor y el cerebro el encargado de reconocerlo.

En resumen, el mecanismo de la audición comprende cinco niveles o partes: el oído externo, el oído medio, el oído interno, el nervio auditivo y los centros cerebrales de la audición. Cada porción tiene características  distintas anatómicas y fisiológicas, de tal forma que las alteraciones de cada una de ellas producen trastornos funcionales diferentes.

 

Oído Externo

El oído externo incluye una porción externa o visible llamada pabellón auricular u oreja y un canal o conducto auditivo externo (CAE) que termina en el tímpano.

El pabellón auricular desempeña una función mínima en el mecanismo de la audición, simplemente concentra el sonido dirigiéndolo al CAE. La función de este último es la de condensar las ondas sonoras dirigiéndolas desde su orificio externo en el pabellón auricular  hasta el tímpano donde termina; la acción de las ondas sonoras sobre el tímpano produce el movimiento de este en forma vibratoria. El CAE está recubierto por piel que en su porción  más externa contiene pelos y glándulas que segregan cera (cerumen), los cuales contribuyen a prevenir la entrada de cuerpos extraños (p.e., partículas ambientales, polvo, insectos, etc.), así como irritaciones e incluso infecciones de la piel que lo recubre.

 

Oído Medio

El oído medio consta de una pequeña cavidad que contiene tres huesos muy pequeños o huesecillos (el martillo, el yunque y el estribo), y está llena de aire  en comunicación con el aire exterior por medio de un conducto que se abre en la parte más posterior de la nariz denominado trompa de Eustaquio. Los huesecillos están articulados entre sí formando un puente móvil entre el oído externo (tímpano) y el oído interno.

Las funciones del oído medio son:

a) Conducción del sonido: el martillo, que está unido al tímpano, recoge las vibraciones que el sonido produce en este, las trasmite al yunque y este al estribo, cuya base o platina se articula en una ventana (ventana oval) que constituye el punto de partida del oído interno, con cuyos líquidos contacta. La energía mecánica de las vibraciones sonoras produce un movimiento de la platina del estribo que se corresponde con el de la onda sonora  cuya energía es trasmitida a los líquidos el oído interno.

b) Amplificación de  las ondas sonoras: las fuerzas que ejercen las ondas sonoras en la membrana timpánica son de muy poca intensidad, de ahí que, incluso ruidos intensos produzcan movimientos microscópicos del tímpano, por lo que la cadena de huesecillos se encarga de amplificar las ondas sonoras.

c) Protección del oído interno de ruidos intensos y cambios grandes de presión aérea. El oído medio protege al oído interno de los ruidos intensos por medio de dos músculos, uno  impide que vibre el tímpano en exceso por efecto de las ondas sonoras (músculo del martillo) y el otro protege al oído interno controlando  las vibraciones del estribo en respuesta a sonidos intensos (músculo del estribo). El segundo mecanismo protector ante cambios de presión aérea se efectúa por medio de la trompa de Eustaquio.

La trompa de Eustaquio comunica a modo de conducto el oído medio con la parte más posterior de la nariz, permite la ventilación y la entrada de aire exterior en el oído medio y contribuye a igualar la presión entre ambos, previniendo el efecto de diferencias excesivas de presión (p.e., barotraumas). La trompa  evoluciona con el desarrollo de una posición horizontal en el niño a su posición definitiva oblicua y descendente del oído a la nariz en el adulto. Su posición horizontal  en el niño favorece el riesgo de que las infecciones se propaguen de la nariz al oído. Dichas infecciones producen a menudo acumulo de moco en el oído medio (otitis serosa), cuyo único síntoma en muchos niños puede ser una pérdida leve de audición cuyos efectos, si se prolongan en el tiempo de forma continua o intermitente, pueden  repercutir en el desarrollo del lenguaje del niño, por lo que deben prevenirse tratando dichas infecciones y sus consecuencias.

 

Oído Interno

El oído interno consta de dos porciones bien diferenciadas:  el laberinto anterior que contiene el órgano de la audición formado por la cóclea o caracol,  y el laberinto posterior que contiene el órgano del equilibrio formado por los canales semicirculares orientados aproximadamente en los tres planos del espacio y por el vestíbulo con el que comunican. En este capítulo describiremos el órgano de la audición.

La cóclea, denominada también caracol por estar formada por un conducto enrollado en dos vueltas y media sobre un eje central o modiolo, contiene las estructuras sensoriales receptoras del sonido o células ciliadas. Estas están bañadas por un líquido denominado endolinfa y distribuidas a modo de empalizada en células ciliadas internas y externas, formando junto a otras estructuras un túnel que constituye el órgano de la audición propiamente dicho u órgano de Corti. Este se extiende a lo largo del caracol en la base de su porción o escala media, la cual a su vez está rodeada en toda su extensión por un espacio superior (rampa o escala vestibular)  y otro inferior (rampa o escala timpánica) que contienen un líquido denominado perilinfa. Las terminaciones nerviosas de las células ciliadas se agrupan a lo largo del eje central de la cóclea o modiolo formando el nervio auditivo o nervio acústico.

 

 

Las funciones del oído interno son:

a)      Transmitir las ondas sonoras del oído medio a las estructuras sensoriales del oído interno: las ondas sonoras  llegan al oído interno a través del tímpano y de la cadena

de huesecillos y su energía  es trasmitida en forma de vibraciones (reproduciendo las características de la onda sonora) a la platina del estribo, de donde son transmitidas a las estructuras sensoriales o células ciliadas a través de los líquidos que las rodean.

 

 

 

 

b)      Transformar las vibraciones sonoras en impulsos nerviosos: el movimiento de los líquidos produce el desplazamiento de las células ciliadas del órgano de Corti estimulándolas, lo cual transforma las fuerzas mecánicas que las desplazan en impulsos nerviosos que a través del nervio auditivo llegan al cerebro donde son interpretadas y reconocidas como sonido. Células ciliadas individuales responden a frecuencias sonoras específicas, de manera que dependiendo de la frecuencia solo se estimularán grupos determinados de células a lo largo de la cóclea (los sonidos agudos estimulan la porción proximal y los sonidos graves la porción distal de la cóclea).

 

 

 

c)      Mantener la composición química y posiblemente la presión de los líquidos del oído interno en la que se basa la conservación y mantenimiento de las características físicas en ambos sistemas (endolinfa y perilinfa), por lo que respecta a su desequilibrio iónico (diferencias en las concentraciones de los iones sodio y potasio entre ambos líquidos), que es el ambiente iónico apropiado y específico para la generación óptima de los impulsos nerviosos de las células ciliadas. Dicha función requiere la contribución de un riego sanguíneo y un metabolismo apropiados.

 

 

 

 

 

El nervio auditivo

El nervio auditivo o nervio acústico lo forman las terminaciones nerviosas de las células ciliadas al agruparse a nivel del eje central de la cóclea o modiolo.

El nervio auditivo se encarga de trasmitir los impulsos nerviosos generados en la cóclea a varias estructuras cerebrales especializadas en recibir y reconocer los estímulos auditivos.

 

 

 

 

Centros cerebrales auditivos

Los centros cerebrales de la audición constituyen el sistema auditivo central, encargado de reconocer y analizar la información auditiva para el desarrollo de las siguientes funciones: localización del sonido y lateralización, discriminación auditiva (diferencias entre sonidos), reconocimiento de patrones sonoros, aspectos temporales de la audición, etc.

La primera conexión nerviosa del nervio auditivo se establece a nivel del tronco cerebral con grupos de neuronas que forman los núcleos cocleares. Desde cada grupo de núcleos cocleares (uno en cada lado) se establecen conexiones nerviosas ascendentes con la corteza cerebral auditiva del mismo lado y con la del lado opuesto, por lo que cada hemisferio cerebral recibe información de ambos lados.

 

El sonido

Audiograma y audiometría

Audición y lenguaje

Pérdida de audición y sordera

Detección precoz

Estudio audiológico

Tipos y causas de hipoacusia

Tratamiento de la hipoacusia conductiva

Tratamiento de la hipoacusia neurosensorial

Audífonos

Implantes cocleares

Otras ayudas técnicas

Beneficios de la estimulación precoz